3/18/2009

Juego didáctico



Móvil para bebés (Motivación II)



















Títere de niña con máscara



















Títere del titiritero



















Títere del caminante parado



















Móvil para bebés
(Motivación I)













(Estracto del texto sobre el proyecto).
El ser humano es una paradoja. Su conocimiento choca constantemente con su percepción, su lenguaje le confunde, sus experiencias le decepcionan y su mala educación le produce traumas irrecuperables. El animal, por ser racional, peor adaptado.
Una persona nace, se cría en un seno familiar ultraprotector, alejado de la sociedad y sus realidades. Se le enseña que el mundo es mágico, los milagros existen, los malos mueren y los finales son siempre felices. Se le llena la imaginación de fantasía. La curiosidad del niño se sacia con respuestas surrealistas que le confunden con la excusa de que es demasiado pequeño para comprender…Resultado: a la edad de cuatro años, un niño no sabe nada del mundo, tan sólo mentiras piadosas que chocarán con la educación que recibirá en el colegio.
El colegio: centro de moldeado de seres humanos. Durante 14 años personas se formarán allí (habría que decir de-formarán) para convertirse en hormigas que encajen en la sociedad consumista. La educación, interesada, politizada, parcial, hará mella en él tan profundamente que ya nunca podrá deshacerse de los valores aprehendidos, y esto supondrá que choque con la realidad una y otra vez hasta su muerte. Se le enseñará a olvidar su instinto y a confiar exclusivamente en su racionalidad (deformada), no se le enseñará a relacionarse correctamente con las personas (amistosamente, sentimentalmente, sexualmente), ni con su entorno (la naturaleza). Los valores y conductas contradictorios que se afianzarán en al mente del niño no empezarán a hacer estragos hasta su adolescencia, cuando lleguen los primeros duros golpes.
La libertad, la igualdad, la democracia, la felicidad, Dios, la solidaridad, la bondad del ser humano: mentiras. La teoría no casa con la práctica. La palabra del lenguaje utilizada no concuerda con una verdad; no existe esta verdad, es una creación cultural codificada, llena de connotaciones. La moral obliga a clasificar las cosas, premiar algunas, condenar las otras, etiquetarlo todo. Y cuando llega el niño a la edad adulta se da cuenta de que es malo, no es libre, la igualdad no existe, el mundo es injusto y no es feliz. Fracaso total.
Así que 20 años en la mentira le hacen revolverse contra todo, desconfiar de sus padres, aborrecer a sus profesores, odiar a los que le han hecho daño y tener miedo al futuro y a los demás humanos. En la universidad ya le habían advertido: “seguramente, fracasarás”.
A partir de ahí el hombre se limita a tratar de sobrevivir, todavía con la cabeza marcada de valores alienados por las experiencias traumáticas que obsesivamente trata de conseguir, puesto que ya es demasiado tarde para aprender. Los carácteres ya formados son difíciles de corregir, los sistemas de creencias afianzados pesan demasiado y sólo las personas con fuerza y amplitud de miras suficientes pueden derruirlos o modificarlos. Pero el sistema hace lo posible para que no surjan este tipo de personas y, si lo hacen, las castigan o marginan.
En estado de debilidad e inseguridad mental de un ser recién llegado a la edad adulta, su alienación es la condición óptima para una sociedad de consumo. Confundido por la televisión (que le ha ido acompañando y moldeando toda su vida), el bombardeo de publicidad, los consejos de amistades y familia, el hombre, a su pesar, entra en un estilo de vida clónico que reproduce cada pauta casi automáticamente, que le permite dejar de pensar, que aunque frustra, al menos, no duele tanto como luchar y llevarse palos. Trabajo esclavizante, coche y casas esclavizantes, pareja, familia, hijos, vacaciones, ocio, consumo, consumo, consumo. Y muchos anuncios para convercerle de que todo va bien y que necesita más cosas. Y si no sigue las pautas necesarias para estar dentro, le echarán fuera, y estará solo, y eso es malo.
Al final de su vida, para aguantar esta longeva existencia de casi 90 años, dilatada extremadamente por la tecnología y los avances de la ciencia en medicina, el hombre necesita encomendarse a dios, por miedo a la muerte, para soportar su inutilidad en una sociedad del trabajo exacerbado, encomendándose así, porfín a la pérdida total de la responsabilidad, la liberación porfín, del peso.
El camino de la vida del hombre tiene que ver con todo menos con la verdad.(...).

3 comments:

Francisco Riofrío said...

Lo importante, al final es saberlo.
También son tristes los niños a los que se les dice toda la verdad y luego pasan toda su vida buscando a alguien que les mienta.

Irene Castillo said...

es tan importante el qué dices como el cómo lo dices...la realidad es dura, hay q enseñar a tomarla tal y como es, sin considerarla, tampoco, una condena. si fuera así, entiendo que el ejemplo que me pones resultaría igual de jodido.

Anonymous said...

A veces la gente no es lo suficientemetne fuerte para cambiar el mundo, pero reinventan la triste y monótona realidad contando mentiras o... contándola de otra manera ! Yo creo qeu la realidad no existe, depende de cómo te la cuentes. Ayer vi Big Fish :)

Y a mí me encanta cómo has contado la realidad en este texto y con tus móviles ;)

Aurore