12/11/2010

El hombre no es nada

"El hombre no es nada en sí; no es más que una parte infinitesimal del infinito. Su mundo no es el mundo; su destino, como su razón, apenas son una gota de lluvia en el océano; El hombre no es nada en tanto que individuo, en tanto que familia, en tanto que raza o que clase, en tanto que especie humana. El hombre autónomo, independiente, es una pompa de jabón cada vez más amenazada de estallar. El dominio propio del hombre es el hastío; nada procede del hombre, nada comienza en él, nada puede ser construido sobre él.
Lo fugitivo, lo inestable en lo infinito no puede ser referido más que a lo eterno infinito. Por su propia fuerza, el hombre no puede hacer nada consigo mismo, pues no es nada en sí y no dispone más que de la vana apariencia de su persona y de sus fuerzas. No puede pretender ningún poder, pues, en su nulidad absoluta, no le corresponde ningún derecho de propiedad sobre los seres y sobre las cosas. Cegado por su antropocentrismo, el hombre perdido en el humanismo ya no conoce su lugar ni su dimensión. Habiendo olvidado el fondo, debe retroceder y descender.
El universo antropomorfo, el reinado del hombre, toca a su fín. El culto idólatra del hombre, su despotismo, su narcisismo desatinado, la exaltación de su medio ambiente, el arte por el arte, en fín, han terminado. La autonomía humanista y el automatismo surrealista no podrán escapar a su aniquilamiento final más que operando una inversión total de los valores. En este crepúsculo del mundo, el hombre es privado de su posición central artificial. Después de la quiebra del hombre autónomo, habrá de reconocer que no es idéntico a la imagen falaciosa que se había hecho de sí mismo en un gesto sacrílego.
Sólo cuando el hombre renuncia a su vanidad desmesurada y se descubra como parte infinitesimal del infinito, podrá encontrar su verdadero lugar. Entonces, la era de la figuración, del hastío, de la alienación, de la humanización, podrá dejar paso a una época nueva en la que triunfarán lo esencial y la identidad. La grandeza del hombre y sus consecuencias -se desgarramiento preso de las pretensiones abusivas es inminente, por el advenimiento de un interior y su esclavitud- no son más que su caducidad. Su liberación regido por el orden eterno."

Carl Laszlo,
"Panderma 4", 1959.